Mi relación con el mundo de los sobaos y las quesadas comenzó cuando apenas era un niño, mucho antes de que me convirtiese en el fundador de Sobaos el Campesino.
Nací y me crié en la Vega de Pas y con tan solo 10 años ya ayudaba en mi casa preparando manualmente los sobres para los sobaos, como se ha hecho toda la vida. Era una labor que conllevaba mucho tiempo y mucha paciencia. Pero en los días de verano era el mejor pasatiempo que podías tener en el pueblo. Lo recuerdo con muchísimo cariño, ya que eran tardes en familia, de las que tanto se echan en falta en la sociedad actual.
Un par de años después comencé a ayudar a mis vecinos con la fabricación tanto de quesadas como de sobaos y fue en ese momento cuando me di cuenta de mi pasión por este mundo. El trabajo de tantas horas, desde preparar la mezcla hasta ver cómo salían del horno tan dorados y cremosos culminan en la satisfacción de un artista al probar su obra y ver que dichas horas habían dado lugar a un bocado celestial.